“La música ordena el caos, pues el ritmo impone unanimidad
en la divergencia, la melodía impone continuidad en la fragmentación, y la
armonía impone compatibilidad en la incongruencia”. Yehudi Menuhin

Con la música no es
necesario hablar el mismo idioma, las palabras pasan a un segundo plano y lo
importante son nuestros cinco sentidos, sobre todo el del oído. Este junto al
poder de la música tiene la capacidad de poner nuestros sentimientos al
descubierto, de expresar con gestos o palabras lo que por costumbre no seríamos
capaces de exponer en público.
Si a los adultos consigue
hacerlos llorar, a los pequeños puede motivarlos a conseguir que muestren lo
que con palabras quizás no pueden. Muchos no saben controlar sus emociones, no
saben como mostrarlas y es fundamental conseguir que puedan identificar qué es
lo que sienten, que sean capaces de explicarlo y que les quede claro, que no
deben guardar ni reprimir ningún sentimiento.
Trabajar con la música
es primordial, en tiempos anteriores las
madres cantaban para mostrar cariño, los hombres lo hacían si estaban felices,
las personas tocaban instrumentos para celebrar algún acontecimiento… desde
mucho tiempo atrás hemos estado ligados a la música, pues esta es capaz de
unanimizar, ligar y unir lo que otros aspectos separan.

La música no es raza,
no es color, no es religión, la música… es lo que sale del corazón.


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